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"Arquitecturas para crecer en igualdad"

Atualizado: 18 de out. de 2023

por Equal Saree



Resumen

Los espacios “nos hablan”, nos transmiten mensajes que integramos de manera inconsciente y que pueden (re)producir desigualdades sociales. Los espacios de la infancia, como los patios escolares u otros espacios de juego urbanos, cumplen un rol especialmente importante en la educación de las criaturas. En ellos se normalizan cotidianamente desigualdades y exclusiones que refuerzan los estereotipos sexistas y las jerarquías de género. Involucrar a niños y niñas en los procesos de análisis y de transformación de los espacios donde se relacionan habitualmente es una oportunidad para generar cambios más profundos a nivel social y comunitario.


Palabras clave: Infancia, espacio urbano, coeducación, participación, género


 

Introducción: ¿Dónde están las mujeres y las niñas en los espacios urbanos?


Históricamente las mujeres y niñas hemos sido excluidas, segregadas y violentadas en los espacios urbanos, especialmente en los considerados como públicos, por ser los lugares de la participación política y ciudadana, del poder, del conocimiento y de la producción económica. En algunos casos nuestra presencia ha sido explícitamente prohibida, como por ejemplo la prohibición de acceso a las universidades que para las mujeres estuvo vigente durante siglos. Ya desde la Antigüedad encontramos limitaciones en el acceso a los espacios urbanos como mecanismo para garantizar el control masculino y la subordinación de las mujeres (Campana, 2019).


Actualmente en los países occidentales estos mecanismos se han vuelto más sutiles pero la concepción androcéntrica y capitalista del mundo sigue dificultando nuestro acceso a los espacios urbanos por, al menos, dos factores. Por un lado, las cuestiones relativas al rol de género asignado. El diseño y la gestión de las ciudades y los territorios prioriza las actividades relacionadas con la producción económica reconocida y las actividades que generan riqueza para unas élites, como el turismo o la industria agroalimentaria. Las actividades relacionados con los cuidados y las relaciones comunitarias no están debidamente reconocidas y no se tienen en cuenta a la hora de diseñar los entornos construidos. Esto genera problemas a diferentes escalas, desde sistemas de movilidad que priorizan las largas distancias para los negocios a costa de cada vez mayores dificultades de movilidad entre municipios o regiones cercanas hasta la construcción de entornos hostiles y poco accesibles que dificultan los desplazamientos y los encuentros cotidianos en la proximidad de los hogares. Aunque estas cuestiones no deberían tener género, lo cierto es que las mujeres somos las principales afectadas, ya que seguimos asumiendo la mayor parte del trabajo reproductivo, afectivo y de cuidados. Por otro lado, las violencias machistas, y especialmente algunas formas de violencia urbana como el acoso callejero, nos afectan casi exclusivamente a las mujeres y personas con identidades no normativas. Estas violencias y el miedo a las mismas, en el que somos socializadas, restringen nuestra movilidad y acceso a los espacios limitando nuestro derecho a la ciudad (Beall, 1996; Ortiz, 2017). El diseño de los espacios urbanos tampoco ha tenido en cuenta las diferentes percepciones y experiencias para generar espacios inclusivos desde el punto de vista de género o de otras diversidades.


Estas limitaciones empiezan a hacerse efectivas desde la infancia. Las niñas tienen más limitados los desplazamientos y la permanencia en los espacios urbanos que los niños. Por ejemplo, tienen menos permiso para ir a jugar solas fuera de casa o tienen un horario más restringido. Tampoco las dejan ir solas a la escuela en la misma medida que a los niños de su edad. La presencia de niñas en el espacio público es menor que la de niños. También es inferior el tiempo que pasan en la calle y la cantidad de espacio que utilizan para jugar (Baylina et al., 2011; Karsten, 2011).


Repensar los patios escolares


Todas las cuestiones mencionadas anteriormente se territorializan en los patios escolares, los espacios de juego por excelencia durante la infancia.


El diseño de los patios prioriza las actividades masculinizadas, situándolas en una posición central y visible y dotando estos espacios de elementos de juego y mobiliario adecuado. Algunas de estas actividades, como el fútbol, llegan a ocupar más del 70% del espacio común disponible. Contrariamente, el diseño de los patios invisibiliza las necesidades y deseos de las niñas, ya que las actividades que realizan no se tienen en cuenta y quedan relegadas a los espacios periféricos y mal equipados. Minimizar la relevancia de estos desequilibrios en el uso de un espacio común refuerza los estereotipos sexistas y la jerarquía de géneros desde edades muy tempranas, transmitiendo la idea de es algo normal y aceptable e integrándose en el aprendizaje de niños y niñas como parte del currículum oculto (Saldaña, 2018).


Afortunadamente, en los últimos años, la problemática de los patios escolares ha tomado relevancia y la necesidad de repensarlos se ha hecho patente más allá de los círculos feministas. El reclamo de actuaciones urgentes ha llevado a la producción de diferentes recursos metodológicos, como es el caso de la guía El patio de la escuela en igualdad (Saldaña et al., 2019), para repensar los patios desde la perspectiva de la coeducación. A partir de esta metodología, el equipo de Equal Saree hemos acompañado a diferentes escuelas e institutos en sus procesos de reflexión y de cambio, como son el colegio Verge de la Salut de Sant Feliu de Llobregat, la escuela Sant Salvador de Cercs o el proyecto Empatitzem en el que han participado séis escuelas de Santa Coloma de Gramenet.


El primer paso en estos procesos es tomar conciencia de que existen desigualdades y que, por tanto, el cambio es necesario. Por eso empezamos trabajando con el profesorado, para reflexionar sobre cómo se utiliza y se ocupan los diferentes espacios y sobre la función pedagógica del patio. Una vez el equipo docente cree en el proyecto y lo hace suyo, ya podemos involucrar al alumnado. Empezamos por analizar el patio. Es importante detectar las problemáticas y necesidades específicas en cada caso para proponer soluciones coherentes con el entorno y con la comunidad. Trabajamos a partir de la observación directa, de las percepciones y las diferentes experiencias del alumnado en el patio. Una vez definidos los objetivos de la transformación nos adentramos en el codiseño de las propuestas. Utilizamos diferentes técnicas adaptadas a las edades de cada grupo: dibujo, collage, maquetas tridimensionales… Experimentamos con el cuerpo y los materiales, comprobamos con el replanteo si nuestras ideas se podrán llevar a la práctica. Desde el diálogo, buscamos soluciones para el bien común, llegando a consensos en los que las propuestas definidas representan a todas las personas que han participado en el proceso. En el caso del instituto, al tratarse de adolescentes pudimos involucrarlos como investigadores e investigadoras. Partiendo de unas pautas que preparamos desde Equal Saree observaron, debatieron y elaboraron propuestas de diseño de manera más autogestionada.


Figura 1. Actividad de codiseño en el marco del proyecto Empatitzem. Equal Saree, 2018.

De todas estas experiencias podemos definir unos criterios comunes que pueden servir de guía para empezar a plantear cómo transformar los patios en lugares coeducativos, sostenibles y saludables. En primer lugar, desjerarquizar los patios, repartiendo el espacio disponible de manera más equitativa entre las diferentes actividades que se desarrollan y entre las personas que los utilizan y buscando estructuras policéntricas que eviten la monopolización del espacio y la invasión de unas actividades sobre otras. En segundo lugar, diversificar los patios, dotándolos de una variedad de características y estímulos que propicien un amplio abanico de juegos de movimiento, de creatividad e imaginación, de equilibrio y coordinación, que potencien las habilidades comunicativas y los juegos cooperativos y no exclusivamente competitivos. Por último, renaturalizar los patios, recuperando los suelos blandos y permeables e introduciendo árboles y plantas. De esta manera no solamente generaremos un entorno agradable y un mayor confort climático gracias a la creación de sombras y al efecto de la vegetación y los suelos permeables como reguladores de temperatura, sino que también potenciaremos un juego menos estereotipado, ya que en los espacios con elementos naturales es donde se detecta un juego más compartido entre niños y niñas.



Vivir en ciudades coeducadoras


Como recoge la reciente revisión de la Carta de Ciudades Educadoras (2020), hace falta afirmar el derecho a la ciudad educadora, o mejor dicho a la ciudad coeducadora, como una extensión del derecho a la educación, ya que la la educación transciende los muros de la escuela, impregnando todo el entorno cotidiano.


Los espacios públicos son primordiales como puntos de encuentro, de juego y de representación social, cultural y política. Como hemos visto en el caso del patio de la escuela, los espacios nos hablan, transmitiéndonos mensajes que integramos de manera inconsciente y que pueden reproducir desigualdades sociales. La participación comunitaria y los procesos de codiseño son herramientas que permiten reflexionar sobre nuestro estilo de vida y plantear cuestiones como la convivencia de personas con realidades diversas o la gestión de los cuidados.


La infancia ha sido uno de los colectivos generalmente olvidados a la hora de diseñar las ciudades. No se han tenido en cuenta sus experiencias, percepciones y necesidades. No obstante, poner a las criaturas en el centro de las decisiones beneficia al resto de la sociedad y nos permite avanzar hacia modelos urbanos más inclusivos y resilientes. Entonces, ¿cómo incluir a los niños y niñas como agentes activos en las transformaciones de su entorno, cómo conseguir que los procesos de cocreación con criaturas generen unos espacios más coeducadores?


A modo de ejemplo, presentamos Fem dissabte!, un proyecto que asume las ideas anteriormente expuestas y las lleva a la práctica en una experiencia de regeneración urbana. Este proyecto, que hemos desarrollado en colaboración con los departamentos de Educación y de Urbanismo del ayuntamiento de Santa Coloma de Gramenet, se inició en 2016 y a lo largo de 3 años hemos trabajado conjuntamente con los niños y niñas del barrio para diagnosticar las necesidades y diseñar la nueva plaza. Durante este tiempo hemos realizado un diagnóstico participativo de la plaza y hemos definido las pautas de la remodelación. Las actividades iniciales estuvieron destinadas a averiguar como la configuración de los espacios afecta a las criaturas desde la perspectiva de las emociones, incidiendo en el bienestar individual y colectivo. Se trabajó con el vecindario para recoger las necesidades de las personas acompañantes y cuidadoras y para definir qué actividades y juegos debería acoger la futura plaza para satisfacer las preferencias de criaturas de diferentes edades. También se generaron ideas sobre cómo la plaza podría facilitar la convivencia intergeneracional y responder a la pluralidad de preferencias y necesidades. Finalmente, se decidieron los elementos para componer el nuevo diseño de la plaza: qué tipo de vegetación es el más adecuado, qué elementos simbólicos e identitarios de la comunidad se quieren introducir y qué relación tiene que mantener la plaza con las calles colindantes, en función de su carácter y la intensidad de la circulación de vehículos. En una segunda fase se ha trabajado con los alumnos de la escuela Torre Balldovina, vecina de la plaza, para elaborar un diseño que tuviera en cuenta todas las necesidades detectadas y las propuestas recogidas.

La plaza remodelada se inauguró en agosto de 2019. El resultado es una plaza permeable y abierta al barrio, con diversidad de espacios y de usos para cubrir las necesidades de las diferentes personas usuarias, con mobiliario confortable y con elementos que ponen en valor el proceso de cocreación con la infancia. Su esencia alegre y colorida, los pasos que permiten atravesarla según los recorridos más comunes, el tipo de juegos escogidos, los árboles y los materiales... Todas y cada una de las decisiones se han tomado colectivamente, dándole a la plaza un carácter único. Actualmente, la plaza la utilizan personas de diferentes edades y podemos ver cómo se desarrollan una gran variedad de juegos no estereotipados y compartidos entre niños y niñas.


Figura 2. Remodelación de la plaza, proyecto de Equal Saree, foto de Conchi Berenguer Urrutia, 2019.


Figura 3. Remodelación de la plaza, proyecto de Equal Saree, foto de Conchi Berenguer Urrutia, 2019.


Conclusiones: Jugar en igualdad hoy para vivir en igualdad mañana


La dimensión espacial todavía no ocupa un lugar significativo a la hora de visibilizar y desarticular las desigualdades de género, ni en el ámbito educativo ni en el resto de espacios urbanos. Sin embargo, hemos visto que los espacios son fundamentales en la transmisión de valores sociales y culturales y que influyen en los usos, en la apropiación y en las exclusiones que se generan.


Es importante favorecer la presencia de mujeres y personas con identidades no binarias en los en los espacios de visibilidad y de centralidad, de participación y de toma de decisiones y garantizar que pueden acceder a los mismos en igualdad de condiciones desde la infancia, empezando por el patio de la escuela u otros espacios de juego urbanos.


En este sentido, involucrar a las criaturas en las transformaciones de sus entornos cotidianos puede ser un reto educativo y una manera de lograr cambios más profundos, ya que las estamos animando a reflexionar sobre las cuestiones que las afectan directamente y sobre los espacios que utilizan a diario.


Los procesos participativos fortalecen las relaciones entre personas, fomentan el trabajo en equipo y ponen en valor el bien común por encima de los intereses individuales. Por otra parte, la perspectiva feminista nos permite cruzar los aspectos físicos, sociales y psicológicos del espacio para visibilizar el carácter estructural de las desigualdades y para generar estrategias de actuación que puedan prevenirlas e impedir que se sigan reproduciendo.


 

Referencias


Associació Internacional de Ciutats Educadores (2020). Carta de ciutats educadores, Barcelona. Recuperado el 8 de enero de 2021 de: https://www.edcities.org/ca/carta-de-ciutats-educadores/


Baylina, M., A. Ortiz y M. Prats (2011). “Children living in the city. Gendered experiences and desires in Spain and Mexico” En Holt, L. (ed.): Geographies of Children, Youth and Families. An international perspective. Oxford: Routledge, 153-166.


Beall, J. (1996). “Participation in the City: Where Do Women Fit In?”. Gender & Development, 4 (1), 9-16.


Campana, A. (2019). Reflexiones sobre la necesidad de un urbanismo feminista. O cómo hacer frente a roles de género enraizados en el planeamiento. Trabajo Final de Máster, Universitat Autònoma de Barcelona, Departamento de de Geografía.


Karsten, L. (2011). “Infancias diversas: redes sociales de los niños y las niñas en Ámsterdam”. Documents d’Anàlisi Geogràfica, 57 (1), 31-45.


Ortiz, S. (2017). “El lado nocturno de la vida cotidiana: un análisis feminista de la planificación urbana nocturna”. Kultur, 4(7), 55-78.


Saldaña, D. (2018). “Reorganizar el patio de la escuela, un proceso colectivo para la transformación social”. Habitat y sociedad, 11, 185-199.


Saldaña, D., J. Goula, H. Cardona y C. Amat (2019). El pati de l’escola en igualtat. Guia de diagnosi i d’intervenció amb perspectiva de gènere. Barcelona: Pol·len edicions.


 

Autoras: Dafne Saldaña Blasco, Julia Goula Mejón, Helena Cardona Tamayo

Colectivo Equal Saree

Barcelona, España



 

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